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Imperialismo, terrorismo y política

Ramón Martínez

La política trata fundamentalmente de las relaciones de poder de los individuos en una sociedad, y el imperialismo es una forma de imponer los intereses de unos individuos sobre otros a nivel internacional.

Aunque la palabra terrorismo tiene muchas acepciones dependiendo del contexto en que se use, todas las acepciones de esta palabra tienen en común, que se refieren al uso sistemático del terror para conseguir los objetivos de quienes lo promueven. Obviamente el terror es causado por actos de violencia que puede ser física o psíquica.

Una vez aclarados someramente estos tres conceptos, vamos a abordar el caso concreto de la relación entre imperialismo, terrorismo y política, cuando el terror se ejerce por parte de individuos que tienen poder en la administración de un Estado que pretende dominar a otros. Cuando un individuo o grupo de individuos intentan imponer sus intereses en la sociedad por medio del terror, y lo hacen desde una posición de la administración del Estado, estamos ante una situación especial de terrorismo en política, concretamente si los objetivos perseguidos por medio del terror pretenden mantener en el poder a organizaciones criminales de forma duradera. Las razones de uso del terror son, entre otras, eludir las repercusiones legales de los actos de los individuos implicados en política que pudiesen acarrear penas de prisión.   Así se consigue que los ciudadanos tengan miedo de actuar libremente y se coacciona a las sociedades parasitadas por el imperialismo, porque temen las represalias de criminales en la administración del Estado que amenazan sistemáticamente la integridad de quienes se oponen a sus intereses. Esta es la principal diferencia con otros tipos de terrorismo que, sin pretender un control del Estado, tienen otros objetivos como extorsionar gobiernos para conseguir dinero, llamar la atención para una causa, etc.

El terror es una sensación de miedo intenso que experimenta una persona ante una amenaza seria que no necesariamente debe suponer un daño físico, como la exposición a artefactos explosivos, armas de cualquier tipo, etc. sino que también puede ser una amenaza a la integridad, como por ejemplo penas de cárcel, acosos sistemáticos, pérdida de empleo, etc.

Algunos ejemplos los tenemos en España con el Opus Dei, una secta, lobby y organización criminal que opera con total impunidad gracias a la actuación de sus socios en el Poder JudicialMinisterio Fiscal, Fuerza Armadas, Administración del Estado, Bancos, etc. y que por medio de su partido político el PP se ha mantenido en el poder legislativo, llegando incluso a imponer leyes ilícitas como la Ley Mordaza, a pesar de haberse demostrado que es una organización criminal. La mejor prueba del terror que impone a la sociedad esta secta, para conseguir su impunidad permanente, es el silencio de los medios sobre el Opus Dei a pesar del grave perjuicio que ha causado y sigue causando en España.

En mi opinión, no es correcto llamar terrorismo de Estado al terrorismo ejercido por miembros de organizaciones criminales que usurpan puestos en el Estado, porque en tal caso es el Estado la primera víctima de estas organizaciones que buscan el poder del Estado para, lucrarse, delinquir con impunidad y castigar con apariencias de legalidad (Montesquieu) a sus oponentes. Pero con frecuencia se confunde al Estado con los delincuentes que usan el poder del Estado con fines ilícitos. Es importante comprender la diferencia y en especial cuando se trata de un Estado de Derecho, porque si el Estado de Derecho es un poder que controla una sociedad (incluidos los que administran los poderes del Estado) por medio de unas normas (leyes) los que administran el Estado serían castigados por el Estado si no fuesen fieles a las leyes. Pero esto no ocurre si los responsables de administrar el poder del Estado pertenecen a organizaciones criminales.

A nivel internacional podemos ver como ejemplo el terrorismo que han ejercido los lobbies que controlan el poder en Washington en países como Irak, Vietnam, Chile, etc. y como se ha usado el terror sistemáticamente con quienes se han atrevido a denunciarlos como ha ocurrido con Julian Assange, quien sin ser víctima de agresiones físicas ha sido víctima de una situación de violencia psíquica extrema durante años. El periodista Gary Webb y otros tantos ejemplos dan una idea de como el terror y asesinatos selectivos (Olof Palme, Carrero Blanco, Salvador Allende, etc.) han causado esa depuración en los medios informativos y políticos occidentales por la cual se condena a los opositores a Washington (Rusia, Irán, China, etc.) pero no cuestiona los graves crímenes cometidos sistemáticamente por esas organizaciones terroristas que dirigen la OTAN. Las llamadas “revoluciones de color” son operaciones terroristas gravísimas que en el mejor de los casos provocan sangrientas caídas de gobiernos, y en el peor de los casos provocan guerras que paga la población civil con matanzas de inocentes o con forzosos exilios para eludir la muerte. Pero los medios occidentales no cuestionan estas prácticas, sino que las presentan como una reacción del pueblo que lucha por la “libertad”.

Definitivamente, el terrorismo es un medio que ayuda a mantener en el poder político de occidente a políticos sumisos a los intereses del imperialismo de Washington y la mejor prueba de esto es que los gobiernos occidentales, especialmente los europeos, sacrifican los intereses de las sociedades a las que supuestamente representan en beneficio de las mafias que controlan EE.UU. Por esta razón la sociedad es víctima de organizaciones terroristas que utilizan el poder del Estado para aterrorizar a los ciudadanos que cuestionan sus actos, y mediante el control de los medios de comunicación se permite demonizar a sus opositores para así justificar con “apariencias de legalidad” sus castigos. No deja de sorprender que los terroristas utilicen para justificar su violencia palabras como libertad, democracia y justicia.

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