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Almeida, El Miserable

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, fue objeto de una broma de los dos conocidos bromistas rusos, Vladímir Kuznetsov y Alekséi Stoliarov, apodados ‘Vován’ y ‘Lexus’, que se hicieron pasar por su homólogo de Kiev, Vitali Klichkó. En esa “entrevista” Almeida se mostró como un auténtico canalla, ofreciendo un espectáculo patético y lastimoso, que abochorna a cualquier madrileño y español.

Y no, no hay disculpa. No hay disculpa, porque no ha sido una expresión desafortunada o un “calentamiento de boca” puntual. Ha sido una sucesión de afirmaciones que descalifican a este señor para ejercer el más mínimo cargo representativo. Veamos…

En primer lugar, después de tantos y tantos episodios de bromas telefónicas de estos humoristas a presidentes de gobierno, dirigentes políticos, alcaldes y personajes públicos, incluido el monumental ridículo que hizo su compañera de partido cuando era ministra de Defensa en 2017, María Dolores de Cospedal, a la que aseguraron ser miembros de Ministerio de Defensa de Letonia para advertirla que Carles Puigdemont era un espía ruso (alias “Cipollino”), cuesta trabajo pensar que Almeida sea tan tonto y tan “pregonao” de sí mismo, como para tropezar de nuevo en la misma piedra y provocar la hilaridad de la concurrencia.

En segundo lugar, Almeida, alcalde de la capital de España y portavoz oficial del principal partido de la oposición hasta el pasado mes de febrero, ha demostrado ser un completo ignorante. Confundir a Stefan Bandera, líder del nacionalismo ucraniano, colaborador de los invasores alemanes a la URSS durante la II Guerra Mundial y agente de la CIA hasta su muerte, con un icono gay contemporáneo, solo tiene una lectura… este señor no lee ni los periódicos deportivos, políticamente es un analfabeto, ideológicamente para la derecha es una calamidad y para todos los españoles un impresentable. Demuestra una ignorancia muy superior a la de sus adversarios políticos, lo cual, hay que reconocerlo, tiene mucho mérito.

En tercer lugar, hay que ser muy ruin, demostrar muy poca sensibilidad humana y ser muy rastrero ante las imposiciones políticas de los cabecillas belicistas de la OTAN y del régimen liberticida de Zelensky, como para asentir ante el falso Klichkó que está de acuerdo con deportar a los hombres ucranianos en edad militar refugiados en España. ¿Se da cuenta de la barbaridad que dice? ¿Ha pensado que muchas de esas personas pueden estar luchando por sacar adelante a familias con niños pequeños o padres enfermos? ¿O quizás que son pacifistas concienciados y no quieren empuñar un arma? ¿O que, posiblemente, muchos de ellos sean prorrusos u opositores al régimen de Zelensky y no están dispuestos a entregar su vida por una Ucrania que aborrecen? ¿Se da cuenta este personaje que lo que dice puede que esté incluso en contra de las leyes españolas y europeas vigentes? ¿Pero de dónde ha salido o quién ha fabricado este homúnculo?

En cuarto lugar, Almeida demuestra ser un completo miserable al afirmar textualmente que “es necesario castigar a los bastardos rusos aquí en España y en Madrid“. Vamos a ver Almeida, Kalikatres Sapientísimo (nada que ver con el auténtico, aquél que decía «No mintáis, dejadlo para los políticos»)… ¿No es Vd, abogado del Estado? ¿No conoce Vd el artículo 510 del Código Penal vigente en España sobre delitos de odio, penados con uno a cuatro años de cárcel? ¿Qué potestad tiene Vd ni nadie para castigar a cualquier persona por su nacionalidad? Vd es solo una figura patética, una más de la clase política española, una fatasmagoría que solo puede provocar pesadillas, mandando sobre un montón de guano y formando parte de unas “élites” que alimentan un régimen moralmente derrumbado y sostenido por un aparato de propaganda totalitario, conformado por unas furcias mediáticas que no han tardado en salir a justificarle con los más disparatados y ridículos argumentos.

Hay que recordar que no hace mucho fue el propio Almeida, “El Miserable”, el que rogaba a la Embajada de la Federación de Rusia traer a Madrid el Museo del Hermitage de San Petersburgo. ¿Entonces no eran bastardos, Excelentísimo Señor alcalde?

¿Y ha pensado su miserable Excelencia que con esas palabras ha ofendido Vd a muchos madrileños y españoles que tenemos relación de hermandad con Rusia o que mantenemos legítimamente una postura equidistante o favorable a Rusia en un conflicto complejo, que viene de años y que ha llegado a este punto porque la Unión Europea, la Gran Puta, ha demostrado no ser otra cosa que una construcción cipaya al servicio de la OTAN y los Estados Unidos? Solo puedo hacerme eco de las palabras que un compañero de su mismo partido dijo tras escuchar sus barbaridades: “Muchos estamos hartos de politicastros del montón. Hartos. Y, ojo: el término “bastardos”, podría ser, ay, notoria injuria. ¿Habría delinquido, entonces, el tal Almeida? Al parecer, me dicen, el tal Almeida ostenta el cargo de alcalde de Madrid:  la Capital del Reino de España. Cosa seria. Gravísimo. Mal vamos en el PP con demasiadas personas con poca cabeza. Por último: El tal Almeida habla un pésimo inglés. ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza!”.

Y en quinto lugar lo peor, lo más grave… darnos cuenta, una vez más, que toda la parafernalia que utilizan los políticos en sus apariciones públicas no es más que una burda fachada. Bonitas y escogidas palabras, poses moderadas de personas serias, enteradas, bien formadas, circunspectas, elegantemente vestidas de marca y recién peinadas… todo falso, cartón piedra, polichinelas de los poderosos que, cuando hablan entre ellos, “en la intimidad”, muestran su verdadero rostro, el de chulos de algarada, macarras de la política, puteros de los intereses, comediantes de salón, tahúres de taberna,… Almeida El Miserable es un arquetipo, un ejemplo, una joya que nunca debe dimitir porque, en sí mismo, es una enseñanza para que los ciudadanos podamos aprender de qué va esto y que la ciudadanía entienda lo que Federico Fellini afirmó hace ya mucho tiempo: “La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”. Cuando ese pueblo despierte y se de cuenta que el Rey va desnudo, el vendaval arrasará todo este patio de Monipodio en el que nadan, como peces en el agua, personajes de tan baja estatura moral y política como Almeida El Miserable.

No puedo acabar sin recordar un poema de Aleksandr S. Pushkin (que no era un jugador del Real Madrid, Excelentísimo Sr. Alcalde). Se titula “A los calumniadores de Rusia” (1831), dirigido a los diputados de la cámara francesa y a los periodistas franceses, quienes desafiantemente expresaron su simpatía por el levantamiento polaco de 1830 y pidieron la intervención armada en su ayuda. Entonces, como hoy, decía Puskhin: “Europa enojada está atacando a Rusia por el momento no con armas, sino con calumnias diarias y frenéticas“. Pero el poeta siempre confió en la disposición del pueblo ruso para defender a su Patria, una lección para todos los rusos sobre cómo amar a su país y creer en su gente. Estos son algunos de sus versos:¿Por qué os preocupáis, libertinos populares?¿Por qué amenazan a Rusia con una maldición?¿Qué les enoja? ¿Los disturbios en Lituania?Dejadnos en paz: es una disputa entre eslavos,Una disputa familiar y antigua, ya sopesada por el destino,Una cuestión que no resolverás.

(…)Ustedes son temibles de palabra, ¡Pruébenlo en los hechos!
(…)
¿Acaso somos pocos? De Perm a Taurida,De las frías rocas finlandesas a la ardiente Cólquida,Del estremecido KremlinA los muros de la China inmóvil,Con sus relucientes cerdas de acero,¿Acaso no se levantará la tierra rusa?Así que, libertinos, enviadnos a sus porfiados hijos,Hay lugar para ellos en los campos de Rusia,Entre los ataúdes hechos a su medida.

Aplíquese el cuento, Excelencia. Y tenga preparada una mansión en Miami, no sea que un día de estos, el Viento del Este le arrastre al fango del pantano y en los cielos de España brille una Z como señal de liberación de tanta inmundicia.

Ya has entrado en la Historia, Almeida, El Miserable

Por Juan A. Aguilar

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