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“Una reflexión para celebrar el día de la mujer”

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Con el fin de ir promoviendo el debate, es que hemos decidido impulsar este espacio de Columnas de Opinión, en donde tanto organizaciones como individuales podrán exponer sus puntos de vista sobre temáticas libres (es decir, elegidos por el mismo autor o autores) pero que se articulan de alguna manera con la praxis de la Coordinadora. Ad portas de la jornada de protesta continental del 8 de marzo por el día de la mujer popular, trabajadora, originaria y campesina el abogado mexicano Joaquín Ortega Esquivel presenta su columna titulada “Una reflexión para celebrar el día de la mujer”.

UNA REFLEXIÓN PARA CELEBRAR EL DÍA DE LA MUJER

Por JOAQUIN ORTEGA ESQUIVEL

Negar la historia en la que se ha desarrollado la formación intelectual de las sociedades humanas y en la que se han desarrollado las culturas humanas, hasta nuestro momento, es toparse contra la propia historia, y no puede negarse que el patriarcado ha existido como una fórmula derivada de la ilustración del ser humano, desde los inicios de sus civilizaciones, divididas por razones técnicas de trabajo o por razones de clase.

La ilustración podría definirse como el conjunto de conocimientos que permiten al ser humano enfrentar y dominar a la naturaleza y, la ilustración, tiene una contradicción interna que es radical y es el entender a la naturaleza como objeto de dominio y no como parte integrante del ser humano.

Entre todas las culturas del mundo, existe ese principio de ilustración, que no puede ser negado, y como parte de ese principio de ilustración, se imagina el ser humano, desde el principio de las civilizaciones, cual dominador de la naturaleza y a la mujer como parte de la naturaleza.

Esa forma imaginaria del ser femenino, como parte de la naturaleza, la convierte en objeto de dominio aún antes de la sociedad de clases.

Y negar que la ilustración tiene un contenido patriarcal, ciento por ciento, sustentado en la fuerza, es negar la historia. Nuestras comunidades indígenas mexicanas, son de un patriarcado bestial, antihumano.

Pero, el patriarcado, es una manifestación de la división de la sociedad, en principios técnicos, decía Engels. El hombre sale de caza, la mujer, se queda en casa, y luego del hombre depende la caza y de la mujer solo la casa, y luego, el hombre es propietario dela caza, de la mujer y de la casa, y luego, se multiplica ese patriarcado en principios de clase, y por lo tanto y solo hasta la sociedad actual, la eliminación del patriarcado, implica la eliminación de la división de la sociedad en clases, la eliminación de cualquier tipo de división de la sociedad, por razones de género o por cualquier otra razón.

Dentro de las corrientes del marxismo, existe una tendencia Prometéica, que estaba sustentada en que, sólo el crecimiento de las fuerzas productivas, hasta un nivel de socialización de la producción, podría ser base de la existencia de un proletariado fabril mayoritario y una revolución socialista verdadera.

La revolución rusa demostró que eso no era absolutamente real, que eso no era absolutamente cierto, y luego la revolución China que incorporó a sectores de la sociedad que estaban en condiciones de atraso, respecto de la sociedad capitalista, verdaderamente brutal, atraso en términos de productividad y de incorporación a la modernidad que no les permitirían aparentemente ser parte de la clase proletaria formaron realmente una fuerza de sustentación de la clase proletaria para el triunfo de la revolución china.

Esa concepción prometéica del marxismo, respecto de la primacía de las fuerzas productivas sobre la posibilidad de un cambio revolucionario, respecto de la organización social del trabajo fabril de la CLASE OBRERA químicamente pura como factor revolucionario, ha sido superada por la propia historia, y ya tiene que ser asimilada esa experiencia por el propio marxismo, para entender que también una postura prometeica, es una posición patriarcal radicalmente machista y que, primero tiene que educarse a los revolucionarios en la idea de que la ruptura metabólica que ha operado de manera absoluta el capitalismo, la ruptura entre el hombre y la naturaleza implica también la ruptura entre el sexo masculino y el sexo femenino, toda naturaleza y que se manifiesta hasta en los gestos. Eso no se puede negar.

Por eso es tan importante decir, que en este día internacional de la mujer, de la mujer que hemos considerado poder llamar proletaria y originaria, por algo decir, no puede liberarse de un conflicto de géneros, sino a condición de liberar al pensamiento humano de la llamada “ilustración”, para incorporar todo pensamiento humano, al ámbito de la cultura dialéctica, de la cultura revolucionaria; porque la diferencia entre ilustración y cultura, es que la ilustración es un simple cúmulo de conocimientos para el dominio práctico de algún tipo de actividad y, principalmente el dominio práctico de la naturaleza, y, en cambio, la cultura, implica no solamente esos conocimientos, sino todo lo que explica la naturaleza humana. La naturaleza de la convivencia humana dentro de su proceso de cambio; hoy en día la lucha puede señalarse entre la ilustración y la cultura.

Desde Aristóteles, se sabe que, mecánicamente, todo lo que se opone, apoya y por lo tanto, cualquier simple oposición entre los géneros femenino y masculino, apoya precisamente la existencia de ambos géneros como diferentes y contrarios.

Una posición dialéctica y revolucionaria, implicaría el no oponerse a lo que existe, sino superarlo con una razón distinta, con una razón de clase, con una razón proletaria, que no implica ningún tipo de diferencia de género, sino que implica el reconocimiento de las desigualdades de género y la solución de esas desigualdades para poder resolver la problemática que las condiciones distintas de vida y de determinación genérica han provocado como desigualdad absoluta entre los hombres y las mujeres, en la relaciones de trabajo en la relaciones personales en el acceso a las oportunidades y contra el arrastre del sino ilustrado patriarcal y machista. Ahí vamos.

Él no quedarse en la oposición, sino superar la contradicción planteada, implica reconocer todo lo que existe y no atrincherarse para negarlo, implica superar esa contradicción, proponiendo algo nuevo y, la propuesta de algo nuevo, implica un combate a la ideología que fue y que de alguna manera subsiste, porque no se puede acabar con una ideología de un día para otro, y menos aún cuando apenas nace un nuevo tipo de sociedad, si se niega que el patriarcado existe. Nunca se va a poder combatir si uno niega que la ilustración existe como una pulsión de dominio contra natura y si no se reconoce, tampoco va a poder compartirse.

Porque es muy fácil culpar solamente a los sistemas clasistas, pero eso no resuelve en el fondo del problema de la contradicción que existe entre la ilustración y todas las culturas. La ilustración es en síntesis, la historia de la lucha del hombre contra la naturaleza, por lo menos hasta el día de hoy, y no puede negarse que esa lucha ha existido y aún existe.

No puede negarse que esa lucha sigue existiendo y pongo un ejemplo muy claro:

Se ha preferido explotar los campos de litio, las minas de litio que sacar el sodio de los mares, porque es mucho más fácil sacar sodio del mar, pero explotar el litio, implica también explotar una gigantesca cantidad de fuerza de trabajo de trabajo excedente que seguirá siendo robado a la humanidad.

El patriarcado es el producto cultural de la ilustración en la historia humana. No se borra de un plumazo, ni con un cambio de estructuras económicas de la sociedad, ni con la desaparición de las clases socueles sino entendiendo que existe como secuela de la ruptura metabólica que ha iniciado en la lucha del ser humano contra la naturaleza, contra sí mismo.

Con agradecimiento infinito a Teodoro Adorno y Max Horkheimer, por su DIALÉCTICA DE LA ILUSTRACIÓN.

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